miércoles, 2 de octubre de 2013

A veces te sigo escribiendo. Más de las que debería.

Con los años una va cargando su mochila de experiencias, tanto buenas como malas. Son estas últimas las que, normalmente, pesan más. Sobre todo si hablamos de amor. Irremediablemente llega el miedo y con ello, la clausura de ese sentimiento. Hasta que de repente se experimenta algo que tiempo atrás, con la ingenuidad de un adolescente (y su libido), se pasa por alto. Una especie de "microenamoramiento". Un pequeño drenaje para nuestro corazón y una sensación de estar en tierra de nadie. Quizás sea más una fantasía que una realidad, quizás dure menos que el efecto de cualquier droga, pero en ese instante, el preciado "feeling" lo hace real, aunque pueda o no ser recíproco. Solo tu haces que eso se convierta en "microenamoramiento", porque no quieres, hoy por hoy, jugártela y perder de nuevo. Te has vuelto un no creyente, caudillo de tu tranquila morada, una esclava de tus costumbres. 
Por eso te olvidas del mañana y solo te centras en ese momento de conexión. El es tuyo, tú eres suyo, no hay nadie más. Te has creado un mundo ficticio en un instante. El amor perfecto.


¿Se puede vivir así, dándole al corazón pequeños bocados de placebo? No lo sé. Pero aquel día, solo aquel, fuíste mío, y sin quererlo ni tu saberlo, te amé.

3 comentarios:

  1. Muy acertada la canción de Chaouen. Creo que ese momento de "microenamoramiento" es como un "todavía late algo dentro de mí" y si llega en forma de micra, quién sabe, algún día puede llegar a lo macro.

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