lunes, 12 de mayo de 2014

Capítulo 18

-Me equivoqué, Candela. Tengo que pedirte perdón por lo del otro día.
-¿Por qué?
-Porque no tengo ningún derecho a ir a tu casa y reprocharte que no me dejaras entrar. No puedo decirte eso. Lo siento. Me di cuenta después. Estuve a punto de mandarte un mensaje.
-Siempre estás a punto de hacer cosas y no las haces. Siempre haces sufrir a quien te rodea. Me lo dijiste hace tiempo y no quise creerte, pero es cierto. ¿Y por qué viniste a verme?
-¿No me vas a echar la bronca? ¿No me has citado para eso?
-Yo no soy de echar broncas, Manuel. Solo quería saber si tu cambio de actitud se debía a algo.
-Bueno, ando algo revuelto. Pero no, no hay nada que debas saber.
-Tú sabes que me he desnudado ante ti mil veces. Me saqué el corazón y te lo ofrecí. Me entregué al máximo. Y lo intenté hasta el final. Incluso llegué a proponerte un proyecto de vida juntos. Y tú dijiste que no. No quieres estar conmigo. Elegiste no elegirme... Y yo lo respeté. Ahora soy yo la que elige. Y elijo sobrevivir. Y para eso no puedes estar cerca. Tienes que salir de mi vida.
-¿No podemos ser amigos?
-Tú y yo no somos amigos. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de eso? A mí todo lo que tiene que ver contigo me produce dolor. Cualquier acercamiento me hace daño, así que, si me quieres, por favor, respétame. Tienes que saber que me afecta todo lo que haces. Si me dices o si no me dices, si haces o dejas de hacerme. Todo. Vendrán tiempos mejores. Ahora no puede ser. 
-Es que el cariño no se va de un día para otro, Candela. Y a mi me interesa lo que te ocurre. Paso por tu casa y siempre miro por si tengo la suerte de verte.
-Nos vamos a querer siempre, pero ahora no podemos ser amigos. Yo no sé lo que ha supuesto esta relación para ti, pero para mí está siendo muy complicado. Hace mucho que no soy feliz. Llevo demasiado tiempo triste y no puedo hacer esto a las personas que rodean porque ellas sí que me quieren. El terremoto pasó y no me puedo quedar devastada. Por eso no puedes entrar en mi casa. Tengo que construir nuevos recuerdos. Sin ti. ¿O es que te vas a venir conmigo?
-No puedo.
-No, no quieres, Manuel.
-Es más complicado, no sé cómo explicarlo. Además, sé que no aguantarías ni tres meses a mi lado, Candela.
-¿Y lo de presentarte debajo de mi balcón el otro día?
-Me hacía ilusión hablar contigo, que sepas que estoy ahí.
-¿Y qué hago yo con eso?
-Ya...
-¿Qué hago después de esa llamada? No quieres estar conmigo. No apuestas nada por mí. He dado tanto... Te he dicho, te he hecho, te he escrito. Me he entregado tanto que estoy vacía. Me sequé. Tengo la sensación de que nunca me has tomado en serio. Lo he pasado muy mal.
-Pero hubo buenos momentos.
-Siempre he sufrido a tu lado, Manuel. Siempre.
-Al principio, al menos.
-Ahora me doy cuenta de que el fondo nunca fui feliz del todo porque solo duraba unos días, siempre desaparecías y me quedaba sola. Siempre escapando. No entiendo ese modo de vida. 
-Te secaste...
-Me sequé (...). 


La luz de Candela - Mónica Carrillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario