Y abro tu conversación. Te escribo. Lo borro. Me quedo pensativa. Te vuelvo a escribir. Lo borro. Te cierro.
Y así llevo dos días...
Querría decirte tantas cosas que el silencio me la juega y se apodera de mis palabras. Y las bloquea.
El "desescribirte" me está jodiendo la vida.
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